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martes, 19 de julio de 2011

LA IGLESIA TAMBIÉN ES PROCER DE LA INDEPENDENCIA, Entrega II: La Iglesia en los acontecimientos del 20 de Julio de 1810 y el sostenimiento de la independencia

Al destacar la contribución eclesial a la independencia, sin demeritar a los próceres laicos, deseo centrar la atención en la participación del clero en la misma, comenzando por indicar que entre los eclesiásticos había dos tendencias: la realista y la patriota, lo cual generaba tensiones entre el mismo clero.

La línea del clero patriota fue tan decisiva en la gesta independentista que no podía pasar por alto el reconocimiento público de su contribución, como el expresado en 1813 por el científico y periodista Jorge Tadeo Lozano, quien se refería así del clero granadino: “Vosotros todos habéis sido testigos del entusiasmo con que el clero promovía y preparaba la memorable revolución del 20 de julio… La suprema junta que se instaló y que, arrojando a las autoridades con el desconocimiento de la regencia, pronunció nuestra perpetua emancipación, se componía de muchos miembros eclesiásticos… Sacerdotes fueron los que capitanearon a las gentes de Bosa y de Choachí, y sacerdotes eran los que dirigían el impulso del pueblo en todas sus operaciones… En una palabra, hasta la más remota posteridad se recordará con gratitud que la revolución que nos emancipó fue una revolución clerical.” (tomado del discurso de apertura del colegio electoral de Cundinamarca, 28 de junio de 1813).

Llegada la reconquista española numerosos clérigos y religiosos fueron procesados por su promoción, participación y defensa de la independencia, por lo cual el pacificador español Pablo Morillo en 1816 indica por escrito a las autoridades españolas que en buena medida la resistencia de la Nueva Granada estaba motivada por la acción de los “curas” a los cuales tildaba de “malos y prevaricadores”. La colaboración del clero en la defensa de la emancipación también es atestiguada por el general Barreiro en carta al virrey Sámano en carta fechada a julio de 1819, poco antes de la batalla del pantano de Vargas.

La decisiva cooperación del clero se dio de tres maneras: primero, como un aporte ideológico a través de predicaciones, novenas, manifiestos, pastorales y propaganda; segundo, con su contribución económica en la donación de ofrendas en dinero y especie, incluso en años posteriores al de 1810 hay testimonios como el siguiente del superior del santuario de Chiquinquirá: “Nuestra Señora de Chiquinquirá está pronta a desnudarse de las alhajas que adornan su venerable imagen, siempre que el gobierno general destine su producto para sostener la independencia de la Nueva Granada y la libertad de los pueblos, a cuya piedad debe sus adornos.” (Groot, José manuel. Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada. T. III, Bogotá. P.347; y tercero, en servicios personales que prestaron los religiosos y presbíteros como miembros de juntas, congresos, colegios electorales, capellanes patriotas y aún, empuñando armas al frente de los insurrectos, por lo cual sufrieron algunos de ellos juicios, cárcel y el destierro.

En lo relativo al 20 de julio de 1810, recordamos cómo en el observatorio astronómico de Santa fe con el aval de Francisco José de Caldas se llevaron a cabo entre el 17 y 19 de julio las reuniones secretas de los criollos independentistas donde se preparó el montaje del drama a montar el viernes 20 de julio, del cual bien conocemos los hechos en casa del español José González Llorente y que suscitó la revuelta que llevará a la constitución de la junta de Santa fe y la expulsión del virrey Amar y Borbón y que contó con el apoyo agitador de masas de algunos sacerdotes.

En el acta de independencia se resalta el sentir religioso del momento: “Puesta la mano en sobre los santos evangelios y la otra formando la señal de la cruz, a presencia de Jesucristo crucificado, dijeron…”, no traigo a colación el texto siguiente pero sí resalto el encomio con que se tiene presente a Dios y la religión católica, lo cual indica que este es un rasgo fundamental, esencial de la identidad colombiana. No podemos tampoco desconocer que entre los 53 firmantes del acta 16 eran clérigos.

Réstenos recordar algunos eclesiásticos ilustres de la época como fueron el canónigo Andrés Rosillo y Meruelo en la junta de la ciudad de Santafé; fray José Joaquin Escobar en Cali, presidente de las junta de ciudades confederadas del Valle; el padre José Ramón Posada, defensor de la independencia en Antioquia; el presbítero Juan Fernández de Sotomayor cura revolucionario en la independencia de Mompox; Fray Ignacio Mariño, capellán general y coronel del ejército libertador en 1819; éstos entre una pléyade de religiosos y sacerdotes que contribuyeron al nacimiento de nuestra patria, y junto con ellos a los cristianos católicos que correspondiendo a su fe la han sostenido durante 200 años.

Nota: nuestros frailes Agustinos Recoletos no estuvieron al margen de esta gesta desde los llanos de Casanare, hasta los acontecimientod de Bogotá; de hecho uno de los firmantes del acta de independencia es fray José Antonio Chavarría. Son muchos los religiosos Agustinos Recoletos que han tenido un importante papel en la vida del país, trataré de condensar algunos aportes para el próximo 7 de agosto.

Fr. Ángel Jahir Córdoba García
 Religiosos Agustino re

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