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martes, 19 de julio de 2011

LA IGLESIA TAMBIÉN ES PROCER DE LA INDEPENDENCIA, Entrega I: La Iglesia ayuda a preparar la emancipación

El año pasado celebramos el bicentenario de la independencia nacional y al llegar a un nuevo aniversario de la misma, bien vale la pena hacer un alto en el camino de nuestra agitada vida de siglo XXI, con el fin de redescubrir las raíces y los principios que fundamentan nuestra identidad patriótica. Es aquí donde me adelanto a lo que bien podría ser una conclusión, afirmando que la experiencia y evangelización Cristiana Católica en nuestro suelo, constituye un fundamento innegable en la configuración nacional de Colombia; tanto, que puede hablarse de ella como una arteria por donde corrió la sangre oxigenada de los ideales revolucionarios que forjaron la emancipación del país como lo veremos a continuación.

La originalidad de este proceso comenzó a configurarse en la conquista y la colonia con la confluencia de las culturas indígena y española, sin excluir el influjo de la raza negra, que al integrarse socialmente produjeron una civilización colonial híbrida, constituida con materiales culturales diversos, sobre el fundamento de una misma fe, cuya práctica y devoción se empapó del sentir de los pueblos, siendo propulsora incluso de las primeras formas de promoción y defensa de indígenas y esclavos negros, por ejemplo, en la persona de San Pedro Claver. También, a nivel científico como es muestra la expedición botánica con el impulso del arzobispo virrey don Antonio Caballero y Góngora y la dirección del sacerdote y médico José Celestino Mutis.

Aproximándonos al tema que nos ocupa, la Iglesia y su influjo en la independencia nacional, podemos apuntar que ante la imposición de nuevos tributos por parte de España a las colonias americanas, para financiar la guerra contra Inglaterra en 1780, la reacción del pueblo de la Nueva Granada no se hizo esperar en los famosos levantamientos de los pueblos del Socorro y Simacota entre el 16 y 17 de marzo de 1781, sucesos que dieron inicio al movimiento de “Los comuneros”, a su vez, punto de partida de la independencia de Colombia. Lo que pocos conocen es que tras el levantamiento de Simacota un religioso dominico, fray Ciriaco de Archila, realizó un escrito denunciando los abusos y expresando la soberanía del pueblo, haciendo varias copias que distribuidas generaron tal revuelo que días después se escuchaban los gritos de: “Viva el Socorro y muera el mal gobierno” de fray Ciriaco, quien será desterrado y preso en España, pero será también reconocido como “impulsor de la gran sublevación del Reino”.

Es importante apuntar, asimismo, el influjo que la doctrina de “La soberanía popular” tuvo sobre los precursores de la independencia, siendo esta una formulación eclesiástica desde la universidad de Salamanca en España y que caló en los claustros de las universidades neogranadinas Tomista, Javeriana, del Rosario y San Bartolomé. Esta tesis fundamentada en Santo Tomás de Aquino enseñaba que el ejercicio de la autoridad civil se opone radicalmente a cualquier tipo de tiranía y aunque la autoridad procede de Dios, su ejercicio pertenece a la comunidad, de manera que el poder se adquiere por la conformidad expresa del pueblo. Fueron las cátedras de las instituciones católicas y los sermones en los púlpitos en torno a la soberanía popular los que encendieron el ánimo del pueblo en pro de la autonomía y libertad.

Finalmente en esta aproximación al influjo católico en los antecedentes próximos de la independencia cabe hacer dos apuntes. En primer lugar, el hecho de que en medio de los infortunios vividos por el prócer Antonio Nariño, precursor de la independencia, éste fue permanentemente auxiliado por religiosos y sacerdotes; y en segundo lugar, que uno de los adalides de la revolución independentista fue el rector de la universidad del Rosario, el sacerdote Andrés Rosillo y Meruelo, quien por su ardor fue acusado de conspiración y por ende fue encarcelado, se cuenta que luego de los acontecimientos del 20 de Julio fue sacado por el pueblo a hombros de la cárcel.

Como se ve, en la lucha independentista el clero ocupa una posición fundamental, al punto de hablarse de una “revolución clerical”, afirmación en la que quizá haya de descontarse algunos obispos que por la figura del "Patronato regio" no estaban en posición y libertad de apoyar la emancipación, dadas las difíciles circunstancias políticas y económicas que atravesaba España. El clero, inspiró en la población el ansia revolucionaria, utilizando herramientas piadosas como catecismos, novenas y homilías; el apoyo intelectual abrió paso al apoyo militar de algunos clérigos y religiosos, llegándose a confeccionar una teología de la independencia que legitimaba la guerra de emancipación por la que Dios liberaría del injustificado dominio español. Ahora bien, no puede olvidarse que entre los próceres de la patria estaban fervientes laicos católicos, que comprendieron que su fe les impulsaba a dar un grito profético de libertad.

Nota: en general en los procesos independentistas de las naciones latinoamericanas, los religiosos y clérigos ocuparon un rol protagónico en las mismas, como ideólogos, propagadores, militantes y orientadores de las gestas de emancipación, es este uno de los testimonios que hace innegable la obra de Iglesia en la construcción de la identidad latinoamericana.


Fray Ángel Jahir Córdoba García
  Religioso Agustino Recoleto


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