c. Apostolado: “amor difusivo”
El hombre o la mujer agustiniano(a), que por la contemplación se consagra a Dios por la interioridad y comparte su vida en comunidad por la caridad, tiene también una fuerza comunicativa de la verdad que lo desborda: Dios. Por eso el agustino recoleto va a donde la Iglesia lo necesite. El objetivo último es llevar a cabo la misión que Cristo coloca a su Iglesia: “Id pues, y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28,19), que trabajemos para que todos amen a Dios y se amen como hermanos (Cf. Mc 12, 28-34).
El primer apostolado que ejerce el Agustino recoleto es su propia comunidad, ya que conservar la unidad es de por sí una tarea delicada. Pero además, el Agustino Recoleto vive y se conecta con la situación y el momento que viven los demás, está atento a las necesidades es sensible a los problemas actuales. En virtud de esta disponibilidad ejerce la tarea que se le indique en bien de la Iglesia. Por ende la característica más visible en esta dimensión es el servicio, porque “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Elementos que favorecen el apostolado: decisión, alegría, disponibilidad y responsabilidad.
El voto que se deduce es la obediencia, ya que se cumple una misión mandada por la Iglesia como expresión de la voluntad de Dios.
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