B. Comunidad: “Amor ordenado”
Cuando el ser humano se encuentra con Dios el gozo que produce este encuentro y el amor que ocasiona son tan grandes, que no queda otro camino que compartirlos, por eso la dimensión comunitaria nace de la dimensión contemplativa, porque la persona humana no puede vivir en soledad absoluta y Dios mismo es comunidad trinitaria. La contemplación tiene tal fuerza de unión que hace de los amantes de Dios una sola alma y un solo corazón.
La comunidad según San Agustín se propone imitar la comunidad primitiva: “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían ellos en común” (Hch 4,32; Cf. Sal 137,1). San Agustín coloca como base de esa unidad la Trinidad, ejemplo de comunicación perfecta. Y así como en un organismo cada célula depende de las otras, los creyentes dependen unos de otros y viven los unos para los otros.
San Agustín indica que el vínculo de esta unidad ha de ser la caridad, esto es, la comunidad es posible gracias al amor, lo que constituye ya un testimonio de la presencia de Cristo y su fruto será la paz y la concordia entre sus miembros y lo que la posibilita es la humildad, ya que cada quien rompe con el egoísmo y consideran los bienes y las cualidades dones de Dios que deben compartirse lo que les permite abrirse al servicio. San Agustín le escribe a un novicio lo siguiente: “porque en realidad tu alma no es sólo tuya, sino de todos tus hermanos, como sus almas son también tuyas; mejor dicho, sus almas juntamente con la tuya no son varias almas sino una sola, la única de Cristo” (carta a Leto).
Finalmente, la dimensión comunitaria también hace del ser humano uno con la creación, ya que el amor ordenado consiste en aprovechar las cosas creadas gozando de la bondad que Dios ha puesto en ellas, pero respetando su dignidad; esto significa que todo ha de estar referido a Dios, que las cosas no se deben buscar por sí mismas, sino como medios que me hacen presente al creador, por eso dirá Agustín “ama y haz lo que quieras”, pues el amor es siempre orden.
Elementos que favorecen la comunidad: el diálogo, la celebración común y la corrección fraterna.
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