A la muerte de san Agustín, el 28 de agosto del año 430, había en el norte de África unos 26 monasterios agustinianos; por lo menos 5 de ellos habían sido fundados por el santo, incluyendo uno para mujeres, y los otros por compañeros suyos, algunos de ellos obispos como él. Desafortunadamente las invasiones de los vándalos fueron acabando con estos monasterios - y con la iglesia católica en el norte de África -. Después de los vándalos llegaron los musulmanes, que son los que predominan hasta hoy. La presencia de la iglesia católica allí es escasa.
Entre los años 430 y 484 el episcopado del norte de Africa bajó de 675 a 584 miembros; también los monasterios empezaron a descender, especialmente los de clérigos y vírgenes. En febrero del año 484 el rey Hunerico, hereje arriano, deportó a casi todos los obispos y entregó a los moros los monasterios de hombres y mujeres. Fue el acabose de la vida religiosa agustiniana en donde acaba de nacer: norte de Africa.
Un gran santo agustiniano, Fulgencio de Ruspe, la actual Rosfa en Túnez, tan amante de san Agustín que se lo llama el Agustín abreviado, y que vivió entre los años 462-527, fundo por lo menos 10 monasterios de inspiración agustiniana. También hubo monasterios en Italia, España y Francia, siempre para las dos ramas: masculina y femenina.
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