Jesús
no fue ni un monje ni un asceta
Jesús no perteneció a ningún grupo ascético de su época. Era un
sencillo aldeano. No quiso poder político, ni económico, ni cultural, ni
religioso. Jesús fue un hombre cualquiera, un hombre orriente. Jesús fue
durante su vida oculta un trabajador del mundo galileo. No fue asceta porque le
gustaban las comidas y banquetes, no ayunaba, tenía la bolsa para gastos,
llevaba provisiones, y aún su sepultura fue la correspondiente a gente rica. La
única característica que lo saca de la normalidad es el celibato, por el reino
de Dios. Su vida virginal fue una opción personal que no estuvo ligada a
institución existente.
La comunidad primitiva tampoco fue una "comunidad
monástica"
Sus características son:
1- Todos son y se sienten hermanos, tienen un solo corazón y
una sola alma. (Hch 4, 32).
2- Oraban juntos continuamente: oraciones de petición, acción de gracias, alabanza (Hch 2, 46; 1, 14; 12, 12; 16, 25; 28, 15).
3- Obediencia al servicio de la comunidad y a la predicación de la doctrina de los doce y sus sucesores (Hch 13, 2).
4- La fracción del pan, centro de la vida comunitaria, causa y signo de la vida en fraternidad (Hch 2, 42).
5- Comunidad de bienes materiales. Pobreza al servicio de la caridad y de la hospitalidad (Hch 4, 33-35).
2- Oraban juntos continuamente: oraciones de petición, acción de gracias, alabanza (Hch 2, 46; 1, 14; 12, 12; 16, 25; 28, 15).
3- Obediencia al servicio de la comunidad y a la predicación de la doctrina de los doce y sus sucesores (Hch 13, 2).
4- La fracción del pan, centro de la vida comunitaria, causa y signo de la vida en fraternidad (Hch 2, 42).
5- Comunidad de bienes materiales. Pobreza al servicio de la caridad y de la hospitalidad (Hch 4, 33-35).
Los Fundadores religiosos de todos los tiempos apelan a esta vida
como modo ideal de ser cristianos. De ahí que los cristianos que optan por una
vida en soledad en los desiertos vuelvan también aquí sus ojos, el mejor
ejemplo es San Antonio.
La comunidad primitiva modelo de las comunidades religiosas de
todos los tiempos
Los primeros monjes, que ya escribieron sobre el monacato, lo
explicaron como una respuesta a una llamada procedente del Evangelio, es decir
un modelo de vida de entrega radical a Cristo.
"La gente vendía lo que tenía y lo ponía a los pies de los Apóstoles para su distribución entre los necesitados; y qué grande es la esperanza prometida en los cielos para los que obran así (Ef 1, 18; Col 1, 5)". "Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y dalo a los pobres; luego ven, sígueme, y tendrás un tesoro en el cielo". Estas dos frases han impulsado muchos corazones a la vida religiosa.
Así podemos decir que la vida apostólica es sinónimo de vida
monástica en cuanto a que esta última pretende imitar la vida de los primeros
seguidores de Cristo.
Fuente: "Historia de la vida
religiosa". Jesús Alvarez Gómez